domingo, 8 de febrero de 2009

Márë tuldë meldor marinyanna

Prólogo

Alleáyä, uno de los cuatro hogares de millones de criaturas, y por mucho el más bello de todos, con grandes extensiones de tierra y con mucha variedad en cuanto a regiones, desde hermosos pastos hasta enormes desiertos desolados; es gobernado enteramente por los elfos dorados, apoyados por otras razas, las cuales les rinden su apoyo a cambio de protección de los enemigos más cercanos a la nación, encabezados principalmente por los drows.

La Antípoda Oscura, hogar de los drows y de otras criaturas malvadas, era la peor de todas las regiones, llena de odio y animadversiones; estas tierras eran lugar de innumerables batallas, conocidas como las más sangrientas, debido a la gran habilidad en la lucha de los elfos que las dominaban; nadie sabe con exactitud los motivos que llevaban a estas criaturas a cometer tales actos de maldad, pero sí se sabe que los llevaban a cabo costase lo que costase y sin importarles las consecuencias.

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Una criatura emergió de las sombras, tan sigilosa que nadie de este mundo podría captar sonido alguno proveniente de ella. Muy a su pesar, a pocos metros de él, lo seguían con más cuidado aun. Ahora el cazador se había convertido en presa fácil.

Se escabullía por entre los árboles del bosque Lassë-Oiolaiqua, el único camino por el que se podía entrar al maravilloso castillo donde vivía la Reina de los Elfos Dorados aparte de la puerta principal vigilada por los mejores guardias de las tres regiones más cercanas. Los elfos lunares, los elfos silvestres e incluso una pequeña población de semielfos, les mandaban regularmente a sus mejores guerreros para ser entrenados por los cuerpos especiales de la corona; de éstos serían dos los destinados al trabajo de protección de la reina y uno regresaría a su pueblo para ser maestro de armas de su raza.

Caminaba lentamente, a pocas horas de que el sol empezara a asomarse por las montañas. Su gran habilidad se debía a la magia innata de su raza, aquella de piel tan negra como sólo la oscuridad total puede alcanzar. Era de cabello totalmente blanco, sus ojos rojos que reflejaban una maldad intensa, su rostro mostraba una enorme cantidad de astucia, pero su cuerpo…su cuerpo era demasiado estético y su caminar era muy ágil para ser de un hombre, el espía pudo deducir que se trataba de una drow hembra, y su preocupación aumentó aun más, sabiendo que las hembras drows sólo eran enviadas a misiones de máxima importancia puesto que eran las que contaban con el mayor favor de la Diosa Lloth y tenían la mayor autoridad en la Antípoda Oscura.

El espía era el mejor hombre de los semielfos, su más reciente maestro de armas y también el segundo mejor explorador de esas tierras, únicamente por debajo del explorador personal de la reina, Zentsin; fue enviado en secreto cuando alguien vio una sombra cruzar los perímetros del bosque. Una vez ahí, le costó trabajo encontrar el rastro de la drow porque eran tan ágiles sus pasos que casi no dejaban huella alguna; esta vez su única pista fue una ausencia de brisa en el pasto que le indicó el camino que debía tomar.

Tiempo después de estarla siguiendo, Keznaîf confirmó sus sospechas: se dirigía al castillo de la reina Eätári. <<―¿Por qué no toma el camino más directo a través del bosque? ―>> pensó Keznaîf. Ahora la drow parecía que intentaba despistar a alguien, como si supiera que la estaban siguiendo, por lo que el explorador extremó sus precauciones y decidió quedarse atrás por un momento. Una vez que decidió emprender la persecución, usó la misma técnica que había usado anteriormente para encontrar el rastro. Por segunda vez detrás de ella, Keznaîf la vigilaba lo más cerca que podía; estaba tan concentrado en su misión que no se dio cuenta de que se adentraban cada vez más a la zona más oscura del bosque de nombre Iluvemórnië por ser la parte más densa del bosque, con las árboles más altos y viejos de todo el lugar, que no dejaban entrar los rayos del sol en ninguna época del año. Fue hasta el momento en el que Keznaîf se adentró a la oscuridad cuando supo que el destino lo condujo a la muerte; nadie sobrevivía frente a un drow en la oscuridad. Los drows cuentan con la mejor visión nocturna de todas las razas élficas, ya que la infravisión le permite ver las ondas de calor que desprende cualquier cuerpo. A pesar de que todos los elfos contaban con una especie de visión nocturna, los semielfos la tenían muy limitada; Keznaîf sacó al instante su espada, sabía que no tendría oportunidad contra ella, si se daba cuenta de su presencia. Empezó con suaves pasos hacia atrás, rogando porque el final de aquella zona oscura estuviera cerca. <<―No me he adentrado mucho, me debe faltar muy poco para salir ―>> pensó esperanzado. Alcanzó a vislumbrar un haz de luz, por lo que volteó en aquella dirección y empezó a correr sin importarle nada, pensando que una vez ahí, aunque fuera detectado por aquella elfa oscura, podría presentarle una batalla digna de mención e incluso ganarle dependiendo de las circunstancias. Voltearse fue el peor error que pudo haber cometido, en cuanto se dio la vuelta, oyó el sonido del viento acercándose cada vez más, eso fue lo último que oyó. Al momento siguiente, unas mandíbulas de serpiente, pertenecientes al látigo de la elfa se cerraron sobre su cuello hasta sentir su último aliento.

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La drow se deslizó con el corazón palpitándole de tal manera, que podía oír sus propios latidos como si fueran de otra persona, para ella era realmente alarmante, sonaba como si fueran un ejército de tambores a su alrededor pero para cualquier otro hubiera sido imposible escuchar desde cualquier distancia; ahora se encontraba frente a la muralla del castillo de no menos de doce metros de altura, lo que sería su primer obstáculo hasta llegar al dormitorio principal en donde seguramente se encontraría la reina descansando, que para un elfo, era lo más cercano a dormir.

Creó una bola de oscuridad en torno a ella utilizando las habilidades innatas de todos los drows, después se dispuso a subir usando la levitación correspondiente únicamente a los elfos de su casa. Al llegar a la cima de la muralla, se cubrió con su piwafwi­1 y deshizo la bola de oscuridad para poder mirar mejor el panorama. Frente a ella se encontraba el castillo con todo su esplendor; conocía la ubicación de cada segmento del castillo al memorizar las estancias desde diversos planos, pero una vez que lo tenía enfrente dudaba poder encontrar el camino correcto; antes de entrar al castillo y rodeándolo, se encontraba un inmenso jardín que simulaba un laberinto. Era hermoso, pero a la vez engañoso, nadie que no perteneciera al séquito de la reina podía encontrar el camino de salida, y ahora era ese el segundo obstáculo que tenía que pasar.

Bajó la muralla de un salto, y a poca distancia de caer al suelo, usó su habilidad de levitación para aminorar el paso y caer suavemente sobre el fresco césped. Caminaba hacia los jardines buscando una entrada a aquél laberinto hermoso. Como suponía, sólo había dos formas de entrar, y las dos estaban bien custodiadas por los guardias. La entrada norte contaba con el mejor guerrero y cinco miembros más de la tropa real, mientras que la entrada sur contaba con un miembro de los cuerpos especiales de la reina y tres miembros de la tropa. <<―Debe de haber otra entrada, ni siquiera yo puedo contra los 6 elfos de la puerta norte, y me costará mucho trabajo por la puerta sur, tomando en cuenta que está un miembro de los cuerpos especiales personales de la reina ―>> pensaba mientras se escondía detrás de unos árboles. El jardín tenía sus paredes un poco más baja que la muralla, pero no podía arriesgarse a que tuvieran detectores de magia y su piwafwi no la protegería en esa situación. Intentó detectar alguna señal que le indicará alguna protección mágica, pero, después de cinco minutos intentando por todos los medios que conocía, no pudo detectar nada. <<―Debí de haber traído conmigo a alguien de la academia de magia, ellos podían detectar mejor que yo estas cosas, aunque un drow me estorbaría demasiado…con lo inútiles que son. Me tengo que apurar, amanecerá pronto ―>> pensó iracunda después de haber fracasado en su intento.

Decidida, se acercó a la puerta sur; y cuando pudo entrever a uno de los guardias, creó un globo de oscuridad unos metros más allá de ellos. Cuando observaron el globo, los guardias supieron al instante con lo que se enfrentaban y para desgracia de la drow, decidieron avisar al resto de los guardias para recibir refuerzos, uno de los que estaban resguardando la puerta sur, entró en el laberinto con el fin de avisar a los demás, el miembro de los cuerpos especiales se dirigió al globo dando órdenes de que los dos restantes no se movieran de sus puestos hasta que él lo indicara o la situación lo requiriese.

Zentsin se dirigió hacia el globo de oscuridad, como el mejor explorador de estas tierras y del séquito personal de la reina, podía confiar tanto en su sentido de la vista como en los otros al cien por ciento por lo que podía explorar y pelear a plena luz del día, o en la completa oscuridad. Una vez observando que Zentsin estaba en el globo no pudo desaprovechar la oportunidad, la elfa salió disparada hacia los dos guardias restantes; fue tan rápida que uno de ellos recibió un golpe en plena cara y cayó inconsciente al suelo. El otro de inmediato le gritó a Zentsin y persiguió a la elfa por el laberinto.

Zentsin salió corriendo del globo y se adentró en el laberinto <<―Esa drow no durará mucho en el laberinto, entrará muy pronto en un callejón sin salida y ahí la atraparemos ―pensó confiado ― ni siquiera es necesario despertar a la reina―>>


La elfa seguía corriendo por el laberinto, decidiendo el camino que tenía que seguir; llegó a un punto con tres bifurcaciones y se detuvo sólo un momento para pensar la dirección que debía tomar, pero no pudo pensarlo mucho porque oyó, no muy lejos, los pasos del guardia que iba tras su pista, y en uno de los caminos logró escuchar al menos cinco pares de botas que se dirigían hacia el lugar donde se encontraba. Eligió el camino de la derecha y prosiguió por él.


―Quiero que la atrapen ― gritó Zentsin a los seis guardias que ahora se encontraban en el cruce ― pero en cuanto la tengan acorralada…es mía, la quiero viva ―
―Sí, mi lord ― respondieron los seis guardias al unísono.

Cuatro guardias se dirigieron al pasillo central y Zentsin con los sobrantes entraron al del lado derecho. Llegaron a un nuevo punto de cruce y Zentsin se fue solo por la derecha mientras que los otros guardias tomaron el izquierdo. <<―Ha durado demasiado esta persecución, debió haber terminado hace tiempo, ahora nuestra única oportunidad es que se haya perdido―>>. Estaba a punto de abandonar la búsqueda cuando sintió ciertas modificaciones en el sonido, se puso en cuclillas y se detuvo para escuchar con atención; parecían movimientos muy dóciles pero a la vez se notaba desesperación. ¡Perfecto! La drow debía estar en un callejón, decidiendo por dónde regresar. Corrió deprisa hacia la fuente de sonido, en cuanto se dio la vuelta hacia el callejón se vio envuelto en la esfera de oscuridad creada por la drow. Inmediatamente Zentsin sacó su espada y se concentró en utilizar sus sentidos que le serían útiles para la ocasión. Con el primer chasquido del látigo al salir de la mano de su dueña, el elfo se puso a la defensiva y desvió el primer ataque hacia abajo. Una serpiente alcanzó a aprisionar uno de sus pies y lo jaló hasta que logró derrumbarlo; en medio de su desesperación Zentsin se hizo una hendidura en el hombro derecho con su propia arma; agarró la espada con la mano izquierda y la lanzó sin pensarlo hacia sus pies. Afortunadamente dio en el punto correcto y dejó de sentir la presión en ellos, por lo que se levantó deprisa; en el siguiente ataque, ya estaba completamente preparado, alzó la mano en el momento justo y agarro el látigo por donde se encontraban los cuellos de las serpientes, de repente sintió un frío como el hielo que le helaba todo el cuerpo y parecía que lo dejaba sin fuerzas; a pesar de la mordida de una de las serpientes, logró jalar con todas sus fuerzas el látigo y sólo pudo oír el golpe de la drow contra una de las paredes del jardín, sabía que eso no la mataría y ni siquiera le haría daño, pero al instante desapareció la oscuridad, pudiendo notar que al amanecer le faltaba cerca de media hora y sería su única oportunidad.

Cuando la drow se levantó pudo observar su identidad.

―Erizel ― dijo el elfo con una voz de profundo odio, mencionando el nombre de la drow que tenía enfrente.
―Lar uns'aa Drathir― replicó la elfa con un poco de sarcasmo, corregir la mención de su nombre, obligándolo a usar el apellido.
―Drathir, qué te trae por aquí, debe ser una misión importante para los drows como para enviar a la hija mayor de la tercera casa regente― afirmó Zentsin cambiando a la Lengua moderna que entenderían los dos.
―No es necesario que mencione los detalles de la misión, para cuando la complete, tú ya no podrás ver los resultados― dijo Erizel en tono burlón ― no pasarás otra noche en el castillo ―
―Ya veremos si lo que dices es cierto, sabrás que soy muy bueno luchando ―
―Sólo eres un patético macho, como todos mis hermanos―
―¿Y por qué te enviaron a ti? No será que les parece demasiado peligroso venir con todo su ejército y prefirieron enviar una carnada que no servirá de nada? ―
―Dos orn yaith whol vel'bol dos telanth, el― dijo Drathir sacando su estoque y comenzando el ataque.
Sus movimientos eran demasiado rápidos, incluso para el promedio de los drows, pero en este caso se enfrentaba a un muy buen luchador por lo que no representó ninguna dificultad parar el primer ataque.
La lucha debía terminar rápido, Erizel no podía perder mucho tiempo y seguramente un combate contra Zentsin le provocaría una pérdida extremadamente arriesgada. Debía terminar cuanto antes.
De nuevo emprendió el ataque, corrió en dirección al elfo y justo antes de llegar lanzó una esfera de oscuridad al mismo tiempo que lanzaba -lo que pensaba- sería su estocada final. Se sorprendió ampliamente cuando sintió el golpe contra un objetivo que no era precisamente el cuerpo de su rival sino su arma.
―Eres sorprendente―declaró la drow
―Parece que estar tanto tiempo en la superficie te está afectando, y en una hora, cuando lo primeros rayos del sol estén saliendo, no serás rival para mí ni para cualquier otro elfo―dijo correctamente el explorador personal de la reina ―Aunque pensándolo bien… ¿oyes esas pisadas? Mis compañeros se acercan y no podrás contra todos―
―Precisamente por ese motivo no pienso pelear más contra ti― dijo dándose la vuelta.
El elfo aprovechó esa oportunidad para atacar, levantó su espada con el fin de descargarla con toda su furia sobre aquella sacerdotisa de las profundidades; eso era precisamente lo que había planeado, con un ágil movimiento justo antes de que la espada llegara a ella, se agachó al tiempo que sacaba una daga de su cinturón y desgarraba todo el costado del guardia que cayó gravemente herido.
―¿Creías que un simple elfo gris podía detener a una sacerdotisa drow? Patético―dijo, burlándose despectivamente de la raza del elfo y caminó hacia lo que se veía, era la entrada al castillo.

La situación no podía ser mejor, todos los guardias que se encontraban en la puerta, eran los que ahora estaban buscándola dentro del túnel, y los de adentro del castillo estaban en medio de una confusión por las revueltas del exterior. Si lo hacía con cuidado podría pasar desapercibida.

Abrió las enormes puertas y se encontró en la sala principal del castillo, tenía tanta luz que le lastimó los ojos y no pudo observar la belleza de tal lugar. De extensión enorme, se encontraba tapizado de los cuadros de los reyes y reinas de antaño, una gran cantidad de elfos hermosos y doncellas con tal belleza que no se puede describir. Los candelabros estaban por todo lo largo de la sala, estaban bañados en oro que la hacían aun más magnífica, destellaban una luz de color blanco hermosa que parecía que nunca se acabaría y daban el aspecto de estar hechizadas con algún tipo de magia antigua perteneciente a los elfos o quizá a algo más; y así era. Una vez cambiando su espectro de visión a la luz normal y después de acostumbrarse a aquella claridad, vio lo que esperaba ver. Al fondo de la habitación la esperaban unas puertas de roble y a lo largo del pasillo no había ni un solo guardia que pudiera detenerla antes de cruzarlas. <<―Me lo imaginaba más difícil, si todo sigue así, podré regresar a la antípoda oscura y ganarme los favores personales de Lloth―>>. Cruzó la habitación sin ningún problema y llegó frente a las puertas. Alargó una mano para abrirlas y en cuanto la tocó quedó paralizada por completo. No podía mover absolutamente nada y le costaba trabajo respirar. No duraría mucho tiempo, y si lograra resistir, los guardias se darían cuenta en algún momento.

―AHHHHH! No puede ser, no lo logrará―gritó una frenética Zvebr’yl, madre matrona de la casa Dring Nep’nybrhel la cual era comúnmente llamada Drathir. Se encontraba en el atrio principal de su casa, en la antípoda oscura. Era acompañada por todas sus hijas y cuatro sacerdotisas expertas, sumando una docena de drows rodeando una figura finamente tallada de Lloth. Estaban en su letanía, manteniendo un hechizo que le ayudaría a Erizel en su misión, y nada lo había interrumpido hasta toparse contra el hechizo sumamente poderoso que contenía la puerta. La pérdida de la concentración de la madre matrona hizo nulo el encantamiento y tuvieron que volver a integrarlo desde el principio. Su cántico, esta vez, era acelerado, debido a la situación en la que se encontraba Erizel.
―Hermana, ¿todavía me escuchas?―preguntó desconcertada Iymril, la hija menor de la casa aunque ya una sacerdotisa experimentada ―Maldición, al parecer esa pequeña distracción también cortó nuestra conexión ―
―Cállate Iymril, si seguimos hablando no podremos ayudar a tu hermana ― dijo con enojo la madre matrona, cantando con desesperación para conseguir nuevamente el equilibrio del hechizo. Una vez conseguida aquella estabilidad deseada, pudieron comunicarse nuevamente.
―Hermana, no puedo resistir más, les fallaré a ustedes y a Lloth―dijo Erizel dejándose vencer por el dolor.
―La casa Drathir no puede darse el lujo de perder el favor de la reina araña, no puedes defraudarnos en este momento, te ayudaremos―
―No, estoy perdida, ya no puedo hacer nada, me queda menos de media hora, no tengo el tiempo suficiente ―
―CÁLLATE INCOMPETENTE, compartiremos el dolor, podrás liberarte―le comunicó Iymril mientras que las doce drows se concentraban en un poderoso y antiguo hechizo que liberaría la presión del cuerpo de Erizel a cambio de que cada una de ellas recibiera una parte del poderoso hechizo.

―Usstan belbau ussta khel, Usstan belbau ussta quortek, sut nindel khel lu' doer ulu uns'aa― mencionaban una y otra vez las drows ―Usstan belbau ussta khel, Usstan belbau ussta quortek, sut nindel khel lu' doer ulu uns'aa―

Erizel se vio liberada por completo, cayó de rodillas frente a las puertas sin fuerza suficiente siquiera para correr. Se levantó con mucho cuidado ―Hermana, apresúrate, abre la puerta, su hechizo no funcionará mientras nosotras lo estemos reteniendo―dijo Iymril

La elfa, nerviosa, alargó su mano muy lentamente y al contacto con la puerta sintió un frío espectral, pero no surgió efecto alguno en la drow. Empujó las puertas que ofrecieron cierta resistencia debido a su antigüedad.

Lo que vio la sorprendió más, el comedor real era enorme, cuatro puertas a cado lado de la mesa, en las paredes se encontraban pinturas de paisajes que parecían reales; logró vislumbrar uno que exhibía el bosque Lassë-Oiolaiqua en el que había estado unos minutos antes.

Sabía que una de esas ocho puertas conducía a la sala principal de la reina, cuatro de ellas hacia salones que estarían vacíos a esta hora, pero otras dos la llevaban justo a los recintos de guardia. La restante no lo sabía, era la única puerta que los planos no mostraban, estaba muy bien disimulada, pero para los ojos de una drow no era un gran desafío descubrirla, aun así suponía que ahí se encontraba algo importante o quizás hasta peligroso. No tenía tiempo en estos momentos para saber si sus suposiciones eran ciertas, así que se encaminó hacia la tercera puerta de la izquierda. Pasó a través de ella y se vio obligada a pasar a la infravisión por la oscuridad que encontró. En ese momento sólo logró percibir algo que se aproximaba rápidamente a ella, y se inclinó un poco en el momento justo para esquivar aquello que la había atacado. Se dio la vuelta para encontrarse con una flecha finamente tallada y presentaba algunas marcas que no reconoció, al igual que unas runas que supuso estaban en quenya, el lenguaje esencial de la magia y además el idioma de los elfos de la superficie. Tomó la flecha y continuó su camino.

A pesar de que tenía muy en claro la posible presencia de otras trampas, no le ocurrió nada en su camino, llegó a su último punto.
<<―Me debe quedar muy poco tiempo, sólo es cuestión de no más de quince minutos―>>.
―Hermana, preparen el hechizo de escape, espero que no sea demasiado tarde, en cuanto lo logre, tendrán que usar el hechizo―comentó Erizel algo apresurada
―Usstan zhaun ol, dalninil― respondió Iymril
―Primero tengo que combatir a unas cuantas molestias que me estorban―
―Tlu kyone―
En su campo de visión, alcanzaba a notar dos cambios en la temperatura, lo cual seguramente pertenecía a dos guardias que vigilaban los aposentos de Eätári. Salió corriendo de su escondite pasando a visión normal, rápidamente lanzó la flecha que antes había tomado y continuó su camino hasta llegar al segundo guardia que ya se encontraba dado sus primeros pasos de lo que sería un fallido intento de dar la alarma. Fue atravesado por un estoque.

Una más, sólo una puerta más y podría completar su objetivo, la abrió con cuidado y se encaminó hacia la hermosa cama, ahora nada podría detenerla, se acercaba, paso a paso, a pesar de que cumpliría su objetivo con mucha facilidad, nunca aceleró el paso, no sabía por qué, pero el cuarto le imponía respeto, sólo unos cuantos pasos, cuestión de metros y podría ver por última vez a la reina, sabía que ese era su momento, el más feliz de toda su vida y quizá el más próspero para su raza. Centímetros, sólo eso separaba su mano del cuello de Eätári, pero increíblemente se detuvo, no podía estar pasando, debía hacerlo ahora o no podría hacerlo nunca, era su única oportunidad; al fin la raza drow podría estar por encima de los elfos de la superficie y el primer paso era este. ¡Debía hacerlo ya!
―Qué te contiene joven Drathir― susurró la reina provocando el brinco de aquella elfa
―¡No soy una jovencita, soy adulta!―
―No lo eres, no lo demuestras y pareces ser diferente a los otros drows―
―CÁLLATE― gritó Erizel propinándole un puñetazo a la reina
―No tienes ni la mitad de los años que yo, termina tu trabajo, yo ya no tengo nada más que darle a este mundo, pero vendrá alguien a sustituirme―
―He dicho que te calles―
―Erizel, el sol está saliendo, tienes que acabar ya― dijo desesperada Iymril
―Termina tu trabajo de una vez―dijo parsimoniosamente la reina, sabía que hasta ahí llegaría, no había continuación para ella, y lo había aceptado desde unos días antes.
Erizel alargó su mano, y con una daga acabó con la vida de la que había reinado durante varios años a todos los elfos de la región, por fin obtendría ventajas en la familia, y con el favor personal de Lloth podría derrocar a Zvebr’yl, su madre para convertirse en la nueva madre matrona.
―Concéntrate hermana, el hechizo está listo, podrás regresar― dijo le hermana menor

En ese momento, los primeros rayos de sol entraron en la habitación, con una luz tan intensa para los ojos de cualquier drow que provocó la pérdida de la concentración, con esa luz sus fuerzas se irían y sus armas perderían el poder de las profundidades. Corrió hacia la cámara anterior con la esperanza de refugiarse en la oscuridad y completar el hechizo, cerró la puerta sólo para encontrarse con los dos guardias que tomarían las posiciones de sus compañeros ahora sin vida. Detrás de ellos se encontraban quince miembros de la tropa real y Zentsin, de los cuerpos especiales de la reina.

Supo en el momento que ese era su fin, pero el orgullo de los drows es inquebrantable y por nada se rendiría, sujetó su arma con fuerza y se puso e camino contra los dos guardias que encabezaban la defensa. No pudo llegar, una flecha le atravesó el corazón, sentía como sus músculos le fallaban, la vida misma se le escabullía y no podía hacer nada. Cayó de rodillas y miró hacia los elfos, sólo pudo observar como el lesionado elfo lunar, aquél con el que había peleado antes, se daba la vuelta bajando su arco; el arco del que salió aquella flecha mortal.
Traducciones
Lassë-Oiolaiqua: Hojas siempre verdes
Iluvemórnië: Todo/siempre oscuro
Lar uns'aa Drathir: llámame Drathir
Dos orn yaith whol vel'bol dos telanth, el: pagarás por lo que dices, muere
Usstan belbau ussta khel, Usstan belbau ussta quortek, sut nindel khel lu' doer ulu uns'aa: es un hechizo propio del drow pero traducido literalmente sería, te doy mi cuerpo, te doy mi alma, libera su cuerpo y ven a mí.
Usstan zhaun ol, dalninil: lo sé, hermana
Tlu kyone: con cuidado